CRÓNICA DE UN RETARDO ANUNCIADO
Cuando Santiago Nasar andaba con sus amigos por las calles del pueblo comentando
los pormenores de la boda , yo me encontraba en un vagón del Metro , parado en un
rincón entre decenas de gentes de caras preocupadas y largas en medio de un mar de
olores rancios.
Eran las nueve de la mañana y hacía un calor como el que debía hacer en aquél lugar
del trópico donde Ángela Vicario y Bayardo San Román se habían casado.
La noticia se regó rápidamente y para las primeras horas de la madrugada ya casi
todos sabían que la novia había sido devuelta con su familia y que a Santiago Nasar lo
andaban buscando para matarlo; solo él no sabía nada , ni él ni sus amigos ni la gente
del vagón donde yo estaba, porque cuando llegamos a la estación del metro Pino Suarez
el tren se quedó parado como en staby durante quince minutos eternos provocando la ira
y la desesperación de los muchos usuarios que a esa hora estabamos ahí y que para ese
entonces ya sabíamos que ese día llegaríamos tarde a trabajar.
Y es que ninguno de ellos se imaginaba siquiera que en algún lugar del trópico en plena
madrugada , unos gemelos andaban buscando a un hombre para destazarlo como a un
puerco y así lavar en sangre el honor de una mujer que nunca se supo si efectivamente
había dicho la verdad.
Y fue precisamente cuando el tren arrancó que inició la tragedia; pero la tragedia cruel,
la verdadera, la grave ; no las pequeñas tragedias cotidianas de la gente pobre
que tiene que abordar el Metro todos días para ir a trabajar sin saber siquiera si va a
llegar a tiempo y se preocupa por el regaño del gerente , por el descuento en la quincena
o por el mal rato, no; de esas tragedias no , se trata de las otras ; de las de a deveras
vaya de las que duran para siempre ; y es que cuando pasamos Allende ya lo habían
encontrado y en Bellas Artes lo tenían acorralado justo a la entrada de su casa donde fue
apuñalado varias veces .
En ese punto el Metro se detuvo nuevamente unos minutos y cuando me bajé en Hidalgo
ya Santiago Nasar herido de muerte y sin saber por qué había pasado por última vez por la
casa de los vecinos y con las tripas al aire había muerto tirado en el piso de su cocina.
Qué importancia tiene si llego tarde otra vez a trabajar, que importa la cantaleta del gerente
o el descuento en la quincena que de todos modos no alcanza para nada .
Que importa todo eso si Santiago Nasar ha muerto y seguirá muriendo apuñalado
para vivir en mi memoria para siempre...
Gracias Gabo
Ulises Figueroa Hernandez. Lector
1 comentario:
Publicado incompleto en la columna del periodico "EL Metro " no recuerdo que dia
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