sábado, 16 de abril de 2011

CRÒNICA DE UN RETARDO ANUNCIADO.. otro mas para el periòdico El Metro

CRÓNICA DE UN RETARDO ANUNCIADO

Cuando Santiago Nasar andaba con sus amigos por las calles del pueblo comentando
los pormenores de la boda , yo me encontraba en un vagón del Metro , parado en un
rincón entre decenas de gentes de caras preocupadas y largas en medio de un mar de
olores rancios.
Eran las nueve de la mañana y hacía un calor como el que debía hacer en aquél lugar
del trópico donde Ángela Vicario y Bayardo San Román se habían casado.
La noticia se regó rápidamente y para las primeras horas de la madrugada ya casi
todos sabían que la novia había sido devuelta con su familia y que a Santiago Nasar lo
andaban buscando para matarlo; solo él no sabía nada , ni él ni sus amigos ni la gente
del vagón donde yo estaba, porque cuando llegamos a la estación del metro Pino Suarez
el tren se quedó parado como en staby durante quince minutos eternos provocando la ira
y la desesperación de los muchos usuarios que a esa hora estabamos ahí y que para ese
entonces ya sabíamos que ese día llegaríamos tarde a trabajar.
Y es que ninguno de ellos se imaginaba siquiera que en algún lugar del trópico en plena
madrugada , unos gemelos andaban buscando a un hombre para destazarlo como a un
puerco y así lavar en sangre el honor de una mujer que nunca se supo si efectivamente
había dicho la verdad.
Y fue precisamente cuando el tren arrancó que inició la tragedia; pero la tragedia cruel,
la verdadera, la grave ; no las pequeñas tragedias cotidianas de la gente pobre
que tiene que abordar el Metro todos días para ir a trabajar sin saber siquiera si va a
llegar a tiempo y se preocupa por el regaño del gerente , por el descuento en la quincena
o por el mal rato, no; de esas tragedias no , se trata de las otras ; de las de a deveras
vaya de las que duran para siempre ; y es que cuando pasamos Allende ya lo habían
encontrado y en Bellas Artes lo tenían acorralado justo a la entrada de su casa donde fue
apuñalado varias veces .
En ese punto el Metro se detuvo nuevamente unos minutos y cuando me bajé en Hidalgo
ya Santiago Nasar herido de muerte y sin saber por qué había pasado por última vez por la
casa de los vecinos y con las tripas al aire había muerto tirado en el piso de su cocina.
Qué importancia tiene si llego tarde otra vez a trabajar, que importa la cantaleta del gerente
o el descuento en la quincena que de todos modos no alcanza para nada .
Que importa todo eso si Santiago Nasar ha muerto y seguirá muriendo apuñalado
para vivir en mi memoria para siempre...



Gracias Gabo

Ulises Figueroa Hernandez. Lector